¿Cómo fue la primera vez que entraste a ese vestuario?
-No me salía una palabra. No me animaba a hablar con nadie.
-¿Quién fue el primer que se te acercó para insertarte al grupo?
-Nico Domingo, quien ya no está. Me preguntó cuántos años tenía y se sorprendió porque él tiene casi el doble. Después de me acercaron Campaña y Silvio Romero. De a poco me voy soltando un poco más. Me hice muy amigo de Fabri Bustos.
-Con él armaste la jugada del 1-2 agónico ante Fortaleza en la Sudamericana…
-Sí, con él nos entendemos bárbaro por el sector derecho. Conformamos una buena sociedad cuando él pasa al ataque.
-Sos muy gambeteador. ¿Qué le agregarías a tu juego?
-La gambeta es una habilidad innata. Eso no se adquiere. En los últimos tiempos fui aprendiendo a pasar más la pelota, a asistir. Ahora quiero trabajar para mejorar en la ejecución de la pelota parada.
-En Inferiores jugabas de 10. ¿Por qué dejaste esa posición?
-Sí, jugaba de enganche, me ponían en esa función. Pero no tenía las cualidades para esa posición y me tiraba a los costados.
-¿Y ahora dónde te sentís más cómodo?
-Puedo jugar en las tres posiciones del frente de ataque. Por la derecha, la izquierda y atrás del 9. Soy un jugador rápido, que trata de buscar el mano a mano y ganarlo. A eso le he agregado actitud y retroceso. Mi referente en el puesto es Barco. Lo conocí cuando él jugaba y yo era alcanzapelotas.
-¿Te ves parecido a él?
-En algunos movimientos sí. Pero él es un grandísimo jugador. Trato de copiarlo, pero todavía me falta para ser como él.
-Pusineri te está muy encima. ¿Qué te aconseja?
-Lucas me da muchos consejos. Me dice que sea más cuidadoso afuera de la cancha que adentro.
-¿Y en lo futbolístico qué te pide?
-Que cuando recibo de espaldas no pierda la pelota para evitar riesgos. Y que de tres cuartos de cancha hacia adelante haga lo que sé hacer. Me pide que me anime a encarar.
-Te tocó debutar en un contexto complicado. ¿Sentiste presión?
-No, yo disfruto. Trato de vivirlo al máximo. Es algo muy hermoso.Juego a la pelota, no siento presión.El disfrutar te hace tener más soltura y frescura a la hora de tomar decisiones.
-¿Te empezó a reconocer la gente en la calle?
-Sí. La primera vez que se acercaron a pedirme una foto pensé que se estaban confundiendo. De a poco empieza a ser más habitual. Muchos me dicen que les gusta como juego. Yo les agradezco y les digo que voy a dejar todo en la cancha porque quiero salir campeón en Independiente.
-¿Cómo tomás los elogios y las críticas siendo tan joven?
-Es difícil. Bustos me dice que no mire las redes. Sé que el que te elogia cuando andás bien es el primero que te insulta cuando andás mal.
-¿El elogio te puede llevar a creértela?
-Eso depende de cómo lo tome cada uno. Yo sé que hasta el día de hoy no hice nada y tengo que mantener los pies sobre la tierra. Mi papá, Juan, me lo recuerda siempre. Él fue el que me llevó a jugar al fútbol en el club Malvinas de Solano cuando tenía apenas seis años. Y me enseñó mucho. También aprendo de mis hermanos más chicos, Sebastián y Jonathan.
-¿Tu papá te reprocha si jugás mal?
-Sí, pero sabe cómo decírmelo porque yo tengo carácter fuerte. Cuando vuelvo después de los partidos, si tiene algo para decirme, se lo guarda para el día siguiente. Estoy muy agradecido a él por todo el esfuerzo que hizo para que hoy esté acá.
-¿Te costó llegar?
-Mucho. Cada vez que salgo a la cancha me acuerdo de cuando me tocaba ir a entrenar caminando por calles de barro. También me acuerdo de mi mamá, que quería que me dedicase a la pintura, pero fui a un par de clases y me di cuenta de que eso no era para mi. Pero a quien más recuerdo es a mi abuela Pola.
-¿Por qué?
-Porque cuando no tenía nada ella hacía el esfuerzo para comprarme lo que necesitaba para ir a entrenar. Lamentablemente ella no pudo ver todo lo que estoy haciendo. Pero fue fundamental en esto. Cuando algo salía muy caro estaba ahí para darme una mano. Me gustaría poder agradecerle, pero ya no está. ¿Sabés qué es lo que más quiero? Sueño con dedicarle un gol a mi abuela, que está en el cielo. Con eso sería feliz.