Seguinos en nuestras redes

Noticias

Carta de un soldado de Malvinas en cuarentena

La carta de un soldado que fue a Malvinas.

Cara escrita por el Soldado Cabello, clase 62 Comando de la X Brigada, La Plata 1. Publicada por el Diario Clarín.

Te voy a contar algo que me pasó cuando estuve como prisionero de guerra en la bodega de un buque Inglés, el Saint Edmund. Después que terminó la guerra de Malvinas quedamos 150 soldados para hacer las tareas de remoción de las minas y ayudar al entierro de los compañeros. Con el correr de los días comenzó a nevar y la hostilidad del clima no permitió continuar con esas tareas. Entonces nos subieron a un buque en calidad de prisioneros, ya que Argentina no firmaba el cese de hostilidades. Nos dejaron en la bodega. Ya hacía más de 30 días que estábamos ahí, con los pisos de hierro, dos canaletas a los costados para orinar, defecar y vomitar cuando se movía mucho…. El techo medía apenas 1,80 metros. El buque navegaba por el Atlántico Sur, nunca supimos bien. Solo teníamos lo puesto y una manta para doblarla y usarla como colchón. Un día el guardia escocés que nos cuidaba me cuenta en inglés que nos iban a llevar a una isla entre Brasil y África (base militar americana) llamada Isla Ascensión, volcánica y de clima tropical, por tiempo indeterminado. Enseguida, ante la desesperación, les traduje con mucho miedo a todos los compañeros lo que iba a pasar. Esta noticia pegó de diferente manera. Generó tristeza e incertidumbre al grupo. Se hizo un gran silencio. Un cordobés rompió ese silencio de angustia con su chispa y gracia. No lo dudó: se cortó el pantalón y lo convirtió en bermudas para tomar mucho sol, y se sacó las mangas de la remera. Por supuesto nos hizo reír a todos!!!! Pero nos marcó una línea de pensamiento, teníamos que afrontar lo que se venía. Inmediatamente, propuse a todos los que estábamos ahí sacarnos una media para construir una pelota….La pelota de trapo. Comenzó así una hora de fútbol todos los días. No parábamos de reírnos de darnos patadas, de hacernos chistes con las tonadas de cada uno. Este espacio comenzó a generar en cada uno de nosotros y al grupo una alegría y una unidad que no sabíamos de donde venía. Los guardias bajaban a la bodega y miraban lo que sucedía y nos miraban con asombro (…) Pero esa hora de fútbol era sagrada, esa hora nos permitía salir de esa realidad. Esta anécdota me sirvió para toda la vida y recién ahora me animé a escribirla porque me hizo reflexionar y darme cuenta de que en ciertos momentos las cosas no dependen de nosotros…Que ante un panorama incierto, tenemos que ser positivos. Siempre me pregunté si en ese lugar que permanecimos como grupo de soldados argentinos, en esas bodegas detestables del barco, jugar con esa pelota de medias fue inconsciencia, fue irresponsabilidad o fue sabiduría. Lo que sí me quedó claro es que cada uno elige cómo pasarlo”.

Leé las últimas noticias del Club Atlético Independiente

 

Continuar leyendo
Publicidad