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Columna de Opinion

Es el sentimiento lo que nos mueve

El 13 de septiembre del 2002 a diferencia de este domingo fue viernes y guardo recuerdos de los que jamás me voy a olvidar.

El Rojo jugaba contra Chacarita en la cancha de Vélez Sarsfield. Una muchedumbre acompañaba al equipo y con mis hijos Ariel y Naty nos acomodamos en la platea sur. A pocos metros estaba el papá de Gaby Milito que fue ovacionado al llegar. Definitivamente eran tiempos felices y de identificaciones de la gente con sus jugadores y el Mariscal concentraba la máxima atención gracias al liderazgo que ejercía.

En la fecha anterior Independiente había goleado 7 a 1 a Colón en Avellaneda, estábamos entusiasmados desde el triunfo a Racing en el Monumental y queríamos más. Era la octava fecha y ya se pedía el campeonato.

No lo olvidé jamás. Cuando todos augurábamos el triunfo a poco de empezar el partido quien abrió el marcador fue Chacarita. Imprevisto totalmente.

El silencio y la sorpresa abrumadora sólo se interrumpió por el llanto y el abrazo de Ariel que tenía apenas 7 años recién cumplidos.

Aquella angustia, esas lágrimas que brotaban ante el dolor de ver la pelota en el propio arco, imaginar la posibilidad de ver al equipo amado perder y rotas las ilusiones con las que se fue a la cancha fueron la expresión más pura de sentimiento simple y profundo que el fútbol y una camiseta producen en la gente. Relaciones de pertenencia que van mucho más allá de lo que podamos ser capaces de explicar.

El partido se dio vuelta rápidamente y terminó con un rotundo 6 a 2 que coronó una semana de lluvia de goles y consolidación de la confianza y empatía con el equipo del Tolo Gallego.

Han pasado 18 años de aquella experiencia con mi hijo. El estaba ese año en primer grado de la primaria y hoy ya ejerce como abogado

Luego los años provocaron muchas lágrimas por las cosas mal hechas, y algunas pocas de alegría que mitigaron ese dolor. Pocas muy pocas en verdad.

La vida transcurrió como para todos. Transcurrió también para Independiente y lo seguirá haciendo. Y entonces vale preguntarnos qué se hizo en estas casi dos décadas con la vida del club.

Recordé anoche esta anécdota con mi hijo y el consuelo de los que estaban alrededor a quienes no conocía con abrazos, mimos y caramelos viendo la película las Horas Oscuras. En ella en un momento crucial para la supervivencia de su país Churchill decide viajar en subte por vez primera y preguntarle al ciudadano común cuál sería la decisión que debería tomar. Les preguntó qué pensaban y que sentían y actuó en consecuencia. Una gigante lección de liderazgo.

La historia es verídica y son ejemplos que deberían imitarse.

Los dirigentes y los que quieran serlo deberían no olvidar que seguro anécdotas como la mía con mi hijo les habrá pasado a ellos y a sus hijos.

Las instituciones son el lugar común que la gente elige transitar y darles vida para que sus sueños sean posibles, para ser felices.

Sería bueno que imiten el ejemplo y le pregunten a la gente que sienten cuando ven lo que nos sucede, investiguen que anhelan y que modelos quieren ver dirigiéndonos en el futuro.

Y los jugadores también.

Ellos debieran cada vez que se ponen la camiseta antes de salir a la cancha, recordar que por sobre todas las cosas quienes están mirándolos desde las tribunas expresan ante y por sobre todo sentimientos. Y eso por ser lo más noble que nos sucede a los seres humanos no se puede despreciar e ignorar.

@clauavruj

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