Columna de Opinion
Independiente, en la pendiente y en la intemperancia
Hay una convicción compartida que estamos en una pendiente sin que se pueda vislumbrar donde termina su camino descendente. Esta visión de la realidad que excede absolutamente los pésimos resultados futbolísticos y sucesión de frustraciones son los que llevan a la intemperancia y desazón que se manifiestan en el estadio, en las columnas de opinión, en los diálogos entre pares, en los portales partidarios. Estamos atrapados en un sentimiento de pesimismo generalizado que nos hace girar a todos en una espiral sin fin, perdidos en la búsqueda de la salida.
Las declaraciones de Benítez, “Pase más momentos malos que buenos en estos 9 años”, sintetiza con total crudeza lo que nos pasa. Sin dudas, el balance que hacemos muchos hinchas y socios es el mismo que hizo Benítez antes de partir.
Sabemos, o al menos yo mantengo la esperanza que los que asumen roles de conducción lo saben, que el clima institucional es el resultante del acople de los intereses, necesidades, requerimientos y expectativas de los miembros de una organización. Es el resultado del grado de encuentro y/o desencuentro entre la gente y la institución.
Lo que ocurre en Independiente hoy está a la vista para la mayoría. Supo decir Mario Bunge, el filósofo argentino recientemente fallecido, que: ” Una contradicción puede resolverse, una confusión puede ser aclarada, pero lo absurdo es intratable”. Y son estos escenarios en los cuales nos estamos moviendo, los que venimos transitando sin resolución de continuidad.
Las 3 etapas son fácilmente comprobables, la renuncia de un DT y su recontratación inmediata y los conflictos de poder permanentes, los yerros en contrataciones anunciadas y nunca concretadas cuyos ejemplos son muchos en estos años y finalmente los contratos, las ventas y los préstamos como políticas indefendibles. Contradicciones, confusiones y absurdos. Los tres estadíos en plenitud.
Frente a la intemperancia hay una responsabilidad mayor en la conducción que es la de traer la calma. Vivimos en democracia y queremos también que la misma se ejerza finalmente en las instituciones que elegimos para desarrollarnos, eso no debe estar en duda y este mandato debe concluir en el tiempo que le está fijado. De lo que se trata es de las cosas a las cuales deben abocarse y las cuales una paciente pero cansada”marea roja” le está reclamando: generar un institución posible promoviendo las condiciones que posibilitan un clima institucional favorable y que son: la responsabilidad, las pautas, el reconocimiento, la claridad institucional, accesibilidad al liderazgo, el planeamiento y la ejecución.
Hay un clima compartido que estamos mal y hay intemperancia, frente a ello hay autismo en la conducción en reconocerlo y diagnosticar. Es una combinación que no suma, sino que resta y mucho. Cuando se disfrutan los éxitos escuchamos que es resultado y producto del trabajo de dirigentes, voluntarios, hinchas, cuerpo técnico y jugadores. Cuando el fracaso es prolongado también es responsabilidad compartida. Sin eufemismo en el campo de juego también están los dirigentes junto a los jugadores tras cada pelota. Cuando el jugador se siente en soledad, flaquea.
Cierro nuevamente con Mario Bunge, (que bien nos hace en la Argentina pedirle ayuda para las organizaciones a la filosofía y al pensamiento). Cuando se le preguntó en su última entrevista si la Argentina como el gran país que fue es irrecuperable?. El supo responder tajante: “No, hay que dejarse de lamentos y empezar desde abajo”.
En nuestro Independiente también.