Columna de Opinion
Independiente es esto
Independiente dejó en claro una vez más cuál es su nivel. Por cuarto partido consecutivo, el equipo no patea el arco, no genera acciones y difícilmente se imponga en el mediocampo. Ah, y nuevamente depende de sumar puntos gracias al salvador Sebastián Sosa.
Lejos de cualquier algarabía producto de un gol azaroso y una atajada clave del uruguayo, el conjunto de Lucas Pusineri reafirmó que está lejos de cualquier tipo de mejora. De hecho, se profundiza su cuadro de complejidad.
Lo único positivo del partido, además de la defensa que tiene un saldo favorable, es que el entrenador pudo darse cuenta que el mediocampo es la raíz de todos los problemas. Sufre una acefalía desesperante.
No marca, no distribuye criteriosamente ni propone juego asociado pensando en el aislado Silvio Romero, quien, en reiteradas ocasiones, tuvo que retroceder en el campo para ser abastecido.
Lucas Romero solo tuvo buenas intenciones. Trató de estar activo y mostrarse multifacético para intentar reducir, en parte, el dominio de Colón durante todo el partido. Sin embargo, no lo logró y fue parte de un descalabro preocupante.
Cuando decimos que Pusineri entendió dónde están los problemas, hacemos alusión al triple cambio que constó de la salida de Pablo Hernández, Domingo Blanco y Andrés Roa. Los tres evidenciaron definitivamente que no están a la altura del club. El volante, ex Celta, otra vez estuvo lento e intrascendente. No ayudaba a Romero ni aportaba claridad en ataque. Un verdadero fantasma de lo que en su momento nos prometieron.
Por su parte, Domingo Blanco no merece mucho más análisis. Nunca tuvo un partido destacado en el Rey de Copas. No solo que es improductivo, sino que genera constantes errores no forzados. Es jugar todo el tiempo con diez futbolistas.
Párrafo aparte para el colombiano, quien se esfuerza en marcar que no le interesa jugar en Independiente ni en la Argentina. Perdió casi una veintena de pelotas y ni se inmutó. Y pensar que el club está obligado a comprarlo por casi un millón de dólares. Es un jugador clave ya que es una posición fundamental en la generación de juego de este equipo. Gran parte de las falencias en la elaboración del equipo es producto de la impericia del “Cafetero”, quien se viene ganando con esmero el exilio a fin de año.
Nuevamente Alan Velasco fue quien marcó el camino. Encabezó el pequeño sendero que buscaba conducirnos al empate. Está mal ubicado en una banda. Debe estar en el puesto de Roa y tiene que estar acompañado por Alan Soñora o alguien que él pueda asociarse. Es el momento propicio para alentarlo a crecer, sin que represente una absoluta carga de la responsabilidad.
El rojo jugó apurado, estuvo impreciso y reiteró su notoria falta de ideas. Se mantuvo predecible con un juego lateral que terminaba en un centro sin destino y sumamente fácil para los defensores sabaleros que ganaban todo el tiempo en presencia dentro del área. Hay un déficit que Pusineri no puede revertir. Hay fallas en el esquema y, desde ya, en los nombres.
Es auspicioso que Lucas haya comprendido el eje de la infección. Hay un foco viral que agrava la salud del equipo. Es factible que el entrenador pueda mejorar el primer equipo y que Independiente se transforme en un contrincante medianamente serio y ordenado.
Hoy reina la anarquía y esta tónica saca a relucir el verdadero plantel que tenemos. El autor de esta columna escribió en diferentes ocasiones que Independiente realmente no estaba para competir de verdad. No tiene plantel y afronta un contexto institucional ineludible para explicar este presente, con lo cual no asombra esta reflexión.
No es saludable para el hincha creer en los cuentos de hadas o en un fanatismo sin sentido. Independiente no es más que Colón. Con el correr de estos partidos, se entiende porque el Rojo quedó en el puesto 15 del torneo anterior, una ubicación absolutamente justificable para su rendimiento.
Era previsible pensar que luego de las enormes equivocaciones fuera de la cancha, el presente y el futuro inmediato iba a significar este desempeño. Todos vimos qué jugadores quedaban y la comparación con el resto de los competidores del campeonato era imposible de no hacer. Para ser generoso, estamos en un proceso de transición.
Desde ya que Lucas Pusineri está a tiempo de capitalizar estos errores y cambiarle la cara a Independiente. Sin embargo, no esperemos una revolución. El fútbol de la actualidad no se rige de criterios místicos o de fe. Independiente tuvo la fortuna de no tener rivales de consideración. Evitó papelones. Por tal motivo, es la oportunidad ideal para que el técnico pueda dar un volantazo a tiempo y reajuste a los once titulares en los próximos compromisos.