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Día Internacional del Arquero: los mejores que tuvo el Rojo
Un repaso que vale la pena leer.
La típica frase “el día del arquero” que reflexiona sobre algo que no va a suceder jamás, carece de sentido desde el 2013 cuando se determinó que el 14 de abril se celebra a nivel mundial el “Día del Arquero”.
La primera vez que llegó Papá Noel, cuando eras niño, habrás esperado que te trajera una pelota de fútbol para poder salir a jugar y patearla todo el día. La diferencia es que al recibir esa “caprichosa de cuero” no la pateaste, sino que decidiste agarrarla con la mano. A partir de ahí fue cuando tu destino adentro de una cancha estaba escrito: ibas a estar debajo de los tres palos.
El oficio de arquero es el más ingrato en el fútbol. Es un puesto en el que se puede pasar de héroe a villano en cuestión de segundos. Podrás ser la figura del partido, sin embargo, si cometés un error que termina en gol sos el malo de la película y tu cara será la tapa de todos los diarios.
Ser arquero no es para cualquiera. La presión que conlleva la posición no la toleran todos. Se debe tener una personalidad destacada y una mente fuerte. Toda una gran tarea se puede ir por la borda con solamente un error. Y nadie recordará si esa vicisitud vino por parte de la defensa: el último jugador es el número 1°.
Por eso hoy en el “Día internacional del arquero”, en Soy del Rojo queremos recordar a los mejores que vistieron la divisa roja y que soportaron no sólo la presión del arco, sino también la de la camiseta, porque ser portero es una actitud ante la vida.
Miguel Ángel Santoro
No importa la cronología, el orden ni los tiempos. Uno de los sinónimos de Independiente es Santoro y con él se debe comenzar cuando se habla de arqueros en el Rojo. Uno de los máximos ídolos en la historia del club que en 343 partidos consiguió ni más ni menos que cuatro Copas Libertadores, cuatro torneos locales, una Interamericana y una Intercontinental. El “Bombero” que siempre estuvo en las buenas y en las malas. Un amor y un respeto incalculable para con la institución. Aún existe el pedido de los hinchas para que un sector del estadio “Libertadores de América” lleve su nombre. Sería un mimo para “Pepé” que dio todo sin esperar nada.
Osvaldo Rubén Toriani
Arquero rojo entre 1960 y 1966 y una última etapa en 1973. Logró las Libertadores de 1964 y 1965 en donde se convirtió en un ídolo del club que perduró con el paso de los años. Osvaldo Rubén fue el antecesor a Santoro. Las repetidas lesiones que sufrió Toriani le abrieron lugar a Pepé. A sus 38 años se fue a jugar a Miami Toros en La Florida. Allí fue donde continuó su vida y también su alejamiento del fútbol. Sin embargo, el fallecimiento de su hijo más la separación de su mujer se transformaron en una fuerte depresión y al poco tiempo lo hicieron tomar la peor de todas las decisiones: se suicidó tras inhalar monóxido de carbono a fines de 1988.
Carlos Gay
Aquí el sucesor de Miguel Santoro tras su ida al Hércules. Surgido de las inferiores. Logró 8 títulos, entre ellos, la Copa Libertadores de 1974 con una intervención destacada: en la tercera y última final del ’74, cuando Independiente se enfrentó a San Pablo, Gay le detuvo un penal al brasileño Zé Carlos. Esa heroica atajada fue la que, prácticamente, consagró al Rojo. También fue fundamental en la final de la Interamericana del año siguiente, obtenida por penales.
Carlos Goyen
El uruguayo vistió la camiseta de Independiente en 210 ocasiones entre 1981 y 1985. Su partido más importante con la roja fue, sin dudas, aquella final de la Intercontinental frente al Liverpool, en Tokio. Además, Goyén fue parte del plantel que logró el recordado Metropolitano del ’83.
Faryd Mondragón
El colombiano nacido en Cali realizó un pacto con el Diablo en 1995 y tras un arranque flojo, comenzó a ganarse el cariño de los hinchas que hasta la fecha lo recuerdan con alegría. Se dio el gusto de dar la vuelta en el Maracaná en aquella final de la Supercopa ante Flamengo. Antes fue héroe en las definiciones por penales frente a Santos y River. “Nunca jugaría en Racing, ni aunque me esté muriendo de hambre”, declaró Faryd en el 2000.
Luis Islas
Durante el Mundial de México ‘86 fue transferido a Independiente, su lugar en el mundo. Primero estuvo dos temporadas, hasta el ’88, y tras una pelea con Solari se fue a Logroñés de España para volver en 1991. En 1994 se consagró campeón del torneo argentino y de la Supercopa. Al año siguiente también se coronó en la Recopa frente a Vélez en Japón. La hinchada lo ama y le demostró su aprecio a través de un cantito: “Hay un arquero llamado Islas, ataja todo lo que le tiran es el más grande de la Argentina”. Hoy es DT de Sol de América y su sueño es, en algún momento, dirigir al Rey de Copas.
Eduardo Pereira Martínez
El uruguayo era proveniente de Peñarol en donde se coronó en la Copa Libertadores del ’87 y obtuvo la Copa América con su país el mismo año. A Independiente llegó con la edad de 34, pero le bastó para coronarse campeón del campeonato de ’88-’89 comandado por el “Indio” Solari. Luego pasó por Central Español y Liverpool de su país en donde se retiró cuatro años después, en 1993.
Héctor Rodolfo Baley
Aquel recordado arquero, con raíces afroargentinas, nació en la pequeña localidad de Ingeniero White, Bahía Blanca y campeón del mundo en 1978. También fue parte del equipo campeón del Nacional de ese mismo año que Independiente derrota a River, tras dos encuentros. Y “Chocolate” no recibió goles en los 180 minutos. Sin embargo, en ese certamen jugó poco por su compromiso con el seleccionado nacional. El 22 de junio de 1980, en un partido ante Boca recibió un duro golpe por parte del “Mono” Perotti que le rompió el tabique nasal y debió ser reemplazado por Moriconi. Aquel día fue el último con la camiseta de los Rojos.
Fernando Bello
“Tarzán” jugó 300 partidos con la casaca de Independiente entre 1933 y 1944. Obtuvo 6 títulos oficiales, entre ellos, el bicampeonato en los años ’37 y ’38. Fue uno de los mejores arqueros que supo tener el Rey de Copas. Jugó en la Selección Argentina entre 1937 y 1941 y fue el primer presidente de Futbolistas Argentinos Agremiados.
Por Tomás Robbio