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Columna de Opinion

Tiempo de valientes

Digamos la verdad, esta nota debería haber sido escrita hace mucho tiempo. Más precisamente en agosto de este año, cuando Carlos Tevez asumió como DT de Independiente. Por qué allí se demostró su principal activo: la valentía.

Digamos la verdad, esta nota debería haber sido escrita hace mucho tiempo. Más precisamente en agosto de este año, cuando Carlos Tevez asumió como DT de Independiente. Por qué allí se demostró su principal activo: la valentía.

Fue valiente al asumir luego de ese desolador comienzo con Colón, en el que no solo perdimos 0-1, sino que además todas las señales que daba el equipo eran negativas: desde lo futbolístico y desde lo anímico. Desolador porque, además, recordemos, los de abajo habían comenzado a ganar y habíamos quedado en zona de descenso. Con los medios que, motivados por el combo morbo+rating, no exaltaban como hoy su anterior paso por Central, sino que sembraban todas las dudas posibles. Y no como ahora que todos se suben al bondi del “jugador del pueblo”.

Y ahí se hizo cargo Carlitos. Con, además, un incipiente mercado de pases que amenazaba otra vez estar plagado de sobras y refugiados de guerras en países exóticos. Allí fue cuando por primera vez se pudo ver “la mano” del nuevo DT, al traer jugadores de renombre y experiencia internacional, algo realmente inesperado para lo que venía viviendo el club. Quizás haya sido su nombre o su historia. Pero también algo que ver tuvo su actitud: la de aceptar un gran desafío, pero confiando en sus capacidades y en la de quienes iba a buscar.

Pero Tevez fue más allá: fue valiente en sacar a quienes había que sacar. Pero también, en un contexto que siguió siendo de escasez, en poner a los que creía que debía poner. Si bien la idea no es hacer nombres propios, el ejemplo de Joaquín Laso sea el mejor. Un jugador de experiencia y capacidad que poco y nada había demostrado en el club. Que tenía, y con razón, a gran parte del público rojo en su contra. Sin embargo, Carlitos, que lo conocía de Central, se la jugó por él.

Y Laso respondió. No solo levantando su nivel sorprendentemente, sino también contagiando al resto de sus compañeros. Ese mismo grupo de almas en pena que deambulaban sin rumbo por la cancha pasaron a ser un conjunto son personalidad, duro en la cancha y eficaz en el arco contrario. Sin todo el juego que esperamos, pero firme en la presión, exprimiendo al máximo cualidades propias y defectos del rival.

El mejor ejemplo de ese efecto contagio y suerte de milagro de recuperación de jugadores hasta el momento resistidos se haya dado en el clásico que Independiente le ganó a Racing de visitante. Un par de ideas firmes y todo corazón. Y el entusiasmo de saber que más que una misión imposible es una alegría jugar en este club y poder volver a ganarle al rival de siempre.

Pero, además: valiente para imponer un sistema inesperado. Y valiente ahora que está teniendo que probar nuevas fórmulas porque la competencia pide más. Valiente para dar la cara luego de duras derrotas como contra River. Y valiente para bancar a sus jugadores cuando, a veces, ellos no demuestran tanto desde el campo de juego.

Por eso en el aplausometro antes de cada partido es Tevez quien queda primero en el ranking. Porque la gente se identificó con alguien que vino a hacer algo que todos venimos haciendo en estos años de sequia: dar la cara y seguir yendo para adelante.

Por Pablo Tassart

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