Columna de Opinion
Con los dientes apretados
El “Melli” Ortiz se tira a destiempo. Todos sabemos que no va a llegar. Él también. Pero se tira igual. No sabíamos que iba a salir lesionado y él tampoco. Sin embargo, todos aplaudimos la acción que se deba alrededor de los 20 minutos del segundo tiempo. El “Melli” lo hizo porque entendió que era lo que se debía hacer en un partido como el del domingo. Ir a todas, jugársela siempre y ayudar a los compañeros y al equipo en general cada vez que la situación lo amerite. Y la verdad que últimamente viene siendo seguido.
Porque una cosa es “entender” y otra es “elegir”. Ortiz, como muchos de los que estaban en la cancha o en sus casas pegados a la TV o a la radio, entendimos que así había que jugar. Lo que no quiere decir que lo elijamos. No elegimos ganar con lo justo. No preferimos raspar que jugar. Sin embargo, entendemos que en este momento y con este plantel lo único que queda es meter y ganar con los dientes apretados.
Porque Ortiz estaba dando una mano en la punta derecha y ya lo había hecho minutos antes. Un sector en el que Luciano Gómez venia teniendo problemas con Gauto y en donde el “Chaco” Martínez se fue diluyendo lentamente.
Algo similar se pude decir de los centrales. Porque tanto Cristian Baez como, principalmente, Edgar Elizalde también entendieron que, además de anular a Coccaro y compañía, más de una vez tenían que anticipar y presionar para acompañar a un mediocampo que viene teniendo problemas en los últimos partidos. Porque además de la lesión y salida de Ortiz hay que sumarle la evidente falta de ritmo de Iván Marcone luego de su lesión.
Y si hay un abanderado para mencionar en este rubro ese es Ayrton Costa. Central devenido en lateral, es todo entrega y empuje. Eso hizo que una vez más fuera siempre opción de pase en ataque. Y por más que difícilmente logre terminar bien alguna acción en campo rival, Costa va a todas, con la seguridad de que el camino que queda es insistir y no rendirse nunca. Luego, ya en el segundo tiempo cerró en varias ocasiones con oficio y tranquilidad, casi como si fuese un experimentado stopper y no un chico de 23 años.
Queda también para mencionar los goles de Martín Cauteruccio que va a todas y que llega a algunas, pero esas suelen ser las más importantes. O el entusiasmo de Matías Gimenez, ese goleador que no mete goles y casi no patea al arco, pero siempre está e insiste, en un equipo en el que más de un refuerzo con trayectoria internacional se esconde en la comodidad del banco de suplentes.
Porque lo sabemos: falta calidad y jerarquía a este plantel. Pero también sabemos que las ganas y la entrega no se adquieren con presupuesto. Se tienen o no se tienen. Y eso es lo que siempre pedimos en un momento como el de hoy: huevo y corazón. Y no ganar “como sea”, sino con dientes apretados.