Columna de Opinion
El ejemplo de Degiorgi
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En Rojo Pasión, la publicación editada por Clarín Deportivo para perpetuar la obtención del Campeonato Apertura 2002, hay una hermosa crónica acerca de la fundación de Independiente escrita por el periodista Waldemar Iglesias, hecho que como sabemos fue producto del atrevimiento de un grupo de jóvenes de entre 14 a 17 años y su decisión de buscar un lugar y construir una identidad propia dejando atrás al Club Maipú de la tienda A La Ciudad de Londres donde trabajaban y que los excluía de jugar al fútbol.
En su columna Iglesias escribe textual: ” Y ubicados frente a la urgencia de buscar un nombre para el club, optaron por denominarlo Independiente Foot Ball Club. Así quedó. Era un reconocimiento a la esencia de ese encuentro, de esos jóvenes. Un tributo a la osadía de decir Basta.”
Paradojas de la historia quizás, en aquel tiempo lejano lo económico también era un elemento determinante y factor desafiante, además de llamador al ingenio y el compromiso serio de cómo abordar los problemas que se presentaban.
¿Cómo conseguir los ocho pesos para la pelota más el peso con cincuenta para el sello?-Fue de las primeras preguntas que inquietaban y ocupaban la agenda según el relato de Waldemar Iglesias.
Así se comenzó a escribir nuestra historia, a partir de una sana rebeldía que supo edificar una cultura específica, consolidada en esfuerzo compartido, de respeto a las bases fundacionales y en ambiciones inspiradas en el bien común.
El próximo 27 de mayo se cumplirán 98 años de la obtención del primer campeonato oficial y que marcó un camino brillante que nos catapultó como institución grande e inspira a tener la capacidad para consolidarla y proyectarla hacia el futuro.
Una sana rebeldía que comenzó con la valentía de decir Basta para generar algo nuevo.
Empieza de a poco a ponerse en marcha la política electoral, distintos hechos y mensajes lo muestran a diario y es sano que eso ocurra. De cara a ese proceso que será largo y más que necesario pues siempre es bueno el ejercicio democrático y las alternancias, debemos entre todos buscar quienes puedan ser capaces de honrar definitivamente el BASTA fundacional de 1904 y volver a poner en funcionamiento un ciclo virtuoso.
Los Degiorgi, Bassou, Cabana, Aizpuru e Ipart que dieron forma a la primer Comisión Directiva no fueron hombres distintos a nosotros. Llegaron a ese lugar que la historia les dio simplemente por los valores que defendieron, la pasión que dejaron desplegar y la visión de futuro que tenían. La entrega a una causa en pos del bien común, el sentido de trabajo en equipo, las ansias de hacer las cosas bien el deseo y la sensibilidad sin especulaciones ni egoísmos.
La pausa obligada que impone la pandemia debe servir para todos los actores activos de la vida de la institución para pensar y actuar de manera diferente a las últimos 18 años en las cuales, salvo breves destellos, no nos fue bien.
¿Que nos pasó? ¿Dónde nos quedamos? ¿Qué factores negativos y autodestructivos tuvieron la fuerza avasalladora y triunfante de no permitir que se genere una conducta saludable y exitosa sostenida en el tiempo? ¿Qué es lo que hace que líderes que emergen con discursos inspiradas en excelentes y genuinas intenciones y logran en las elecciones porcentajes apabullantes fracasen y se trunquen? ¿Quien domina es máquina infernal que destruye ideas y personas ? ¿Que dinámica perversa autogenerada impide salir del laberinto de peleas y disputas sin sentido?
Muchas respuestas las conocemos. Se trata de enfrentarlas con sapiencia y valentía y sobre todo entre todos.
En 18 años cuatro presidentes y sus equipos, inspiraron confianza y lograron el apoyo masivo: Andrés Ducatenzeiler 79%, Julio Comparada 55% y 76%, Javier cantero 59,96%, y Hugo Moyano 69,44% y 80% respectivamente. Todos ellos se encontraron con el mismo escenario que describieron como, difícil y crítico. Pero 18 años después que en términos evolutivos es una generación completa nacida y desarrollada hasta la adultez, el balance no es bueno.
No lo es deportivamente, menos aún económica y financieramente y la imagen institucional ocupando más espacio en las noticias por los hechos negativo que a raíz de las buenas noticias, no es lo que debería ser.
Al igual que el mundo y el país, como nunca Independiente necesita recrearse. Lo necesita por sí mismo pero además porque debe entenderse el rol de alta importancia que cumple una institución para el desarrollo de la sociedad más aún en tiempos de crisis.
Además del futbol y sus alegrías tras noventa minutos, un club es contención social, es posibilidad de desarrollo de las capacidades de las personas, es lugar de encuentro y generación de posibilidades, es educación formal e informal, es progreso para chicos que sueñan con el éxito, es esperanza.
Por ello deberá llegar la hora de mirar este tramo de la historia de peleas y desencuentros que llevaron al fracaso y al desprestigio que maltrata y enoja para desecharlo como cultura y da lugar a algo nuevo.
Deberá llegar el tiempo del consenso que se construye en base a dialogo y respeto. No se tratara de ganar solo, la experiencia lo demuestra. Es el tiempo de ganar- ganar.
Desde la reunión fundacional del 4 de agosto de 1904, al primer campeonato en 1922 transcurrieron 18 años también. Quizás alguien pueda como dijo Rosendo Degiorgi ese día en el café Victoria de la calle Hipólito Irigoyen entre Perú y Bolívar decir ¡BASTA! Y se anime a construir otra historia.