Columna de Opinion
Es lindo ser de Independiente
Las decenas de fotos clavadas con chinches en las paredes de mi pieza de la infancia, la pila de revistas El Gráfico y Goles bien acomodados con recuerdos de campeonatos, copas y partidazos, los miles de partidos escuchados por radio, vistos por televisión y en las canchas.
Mi lugar en el viejo Codo donde vi mi primer partido con triunfo ante Banfield, los años vividos detrás del arco de la tribuna del escudo pegado a la pared que nos separaba del foso donde vi los tres goles de Maglioni en un minuto, golazos de Bochini, despedirse a Santoro y mil momentos épicos, dónde me abracé con desconocidos como si fuéramos familia. Seguir cada partido del campeonato 2002 ya con mis hijos.
Las sensaciones que se sienten en el estómago cada vez que juega Independiente. Los recuerdos que nos vuelven ante cualquier partido y los que aparecen como verdades irrefutables cuando surgen las charlas eternas de fútbol.
La satisfacción y orgullo que experimentamos cuando sin dudar, como carta de presentación decimos: Soy de Independiente.
De esto y mucho más habla el Día del Hincha de Independiente.
Como en la vida misma, hemos sabido de etapas de gloria que estarán para siempre y también tiempos oscuros y tristes que debemos capitalizar y superar.
El Día del Hincha de Independiente nos pinta una sonrisa en la cara, reafirma en nuestras convicciones y en nuestra identidad. Nos aúna. Nos iguala. Nos fortalece.
Pero este día del hincha está llamado a ser diferente porque es particular este año en la vida de Independiente.
Nos llama a pensar y comprender que un Independiente grande se construye en unidad y con criterios compartidos, alineados con los sueños y esperanzas de la gente.
Es que el día del Hincha de Independiente nos dice que se trata siempre de eso tan sencillo como fundamental e imprescindible: de la gente, de nosotros.