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Columna de Opinion

Nos deben a todos

Suenan las campanas del ocaso en Avellaneda y el estadio es un huracán de espasmos y reprobaciones. Algunas son para los jugadores; la mayoría, para los dirigentes, responsables absolutos de este momento. La actuación, otra vez, fue patética, digna de un equipo con aspiraciones seteadas más alto que lo que la realidad le indica. Independiente tenía una chance extraordinaria para prenderse a la pelea de arriba, y sacó apenas uno de seis puntos frente a dos conjuntos que pelean por evitar el descenso.

La gente sabe que el 2019 está al borde de cerrarse y allá se va, como otro más, un año en el que Independiente no compitió por nada. No fue rival de nadie. No ofreció resistencia en ningún torneo. No representó a ningún hincha. Se fue en cuartos de final de la Copa Sudamericana -una competición que hace rato lo margina del plano internacional al que este club aspira-, en cuartos de la Copa Argentina frente a Lanús, en primera ronda de la Copa de la Superliga contra Argentinos Juniors y séptimo en la Superliga pasada, a 19 puntos del campeón, su clásico rival. El partido de anoche con Banfield, claro está, es apenas una miga más en esta torta de inconformidad que los hinchas del Rojo venimos deglutiendo. El problema viene por otro lado.

Este penoso presente no sería tal sino fuera por la pésima gestión de Hugo y Pablo Moyano en los últimos dos años, en connivencia con el desastre económico que Ariel Holan y Fernando Hidalgo dejaron en el club. La madre de todo el problema nació con los dirigentes que confiaron y durmieron en el lecho del técnico campeón en 2017, al que jamás le ofrecieron un no como respuesta. Le dieron libertad absoluta para firmar lo que quisiera, salvándolos del “problema” que supone tener que ocuparse del club. Y el pájaro vio el cielo y se voló. Para cuando quisieron dar marcha atrás, Independiente ya contaba con jugadores mediocres que cobraban sueldos altísimos, el equipo se arrastraba en la cancha tras haber perdido la confianza en su técnico, y esos “50 millones de dólares de ventas” que tanto nos repitieron comenzaron a desaparecer. La estocada fue este mercado de pases, en el que Héctor Maldonado despilfarró 15 millones de dólares -de los que debió liquidar futuros pagos y cláusulas- en jugadores que hoy son suplentes o ni siquiera llegan a eso.

Con sueldos atrasados, promesas de pago inconclusas de parte de la dirigencia y varias amenazas de no concentrar o de no usar la indumentaria del club para descender del micro -que datan desde la era Beccacece-, Independiente sigue su rumbo, que vaya a saber uno cuál es. La queja del hincha hacia el plantel completo radica en la falta de compromiso y en el bajo nivel de ciertos jugadores como Pablo Pérez y Cecilio Domínguez, además de la escasa creatividad colectiva que los dirigidos por Fernando Berón ofrecen dentro de las cuatro rayas. Son contados con los dedos de una mano la cantidad de tiros al arco o situaciones de gol que tiene por partido y, como si fuera poco, cada avance rival es un peligro latente. El Rojo tiene mandíbula de cristal, la moral está por el suelo, y de no producirse nada extraño, los ofrecimientos que los dirigentes y representantes están llevando a cabo en los clubes extranjeros terminarán con un éxodo masivo del plantel.

La dirigencia, soberbia, lejos está de hacerse cargo o de realizar una autocrítica. Ayer por la noche, en la salida del estadio, un colega le manifestó a Hugo Moyano su preocupación por este presente y le pidió su opinión acerca de los cánticos de los hinchas hacia su persona. El líder sindical fue tajante: “Boludos hay en todas partes”, contestó al frente de una horda de reidores que lo resguardaban. Estas son las personas que manejan el club, y así tratan al socio que los votó.

Hoy Independiente está acéfalo. Es un club anárquico, con dirigentes ausentes, sin una oposición política decente, y sin una figura que se encargue del rumbo del fútbol profesional. Tiene deudas con jugadores, empleados, clubes, proveedores y con el hincha. Independiente nos debe a todos, y si no cambia a tiempo, será caótico.

@rffailache

 

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