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Columna de Opinion

Efecto Brasil

Independiente no jugó a nada, como viene sucediendo en los últimos partidos. Si buceamos en lo táctico y estratégico, continuaremos sin encontrar algo para destacar. El fútbol no aparece y ya no sorprende.

La defensa es endeble. Barboza no termina de pisar firme. El medio no genera. B.Romero-Blanco-Togni no hacen uno. Y arriba solo podemos observar las ganas de Leandro Fernández.

Hay errores de todo tipo. Y, lógicamente, Lucas Pusineri también tiene su responsabilidad. Ni hablar de la comisión directiva, a quienes se les acabó el crédito hace rato.

Pero el fútbol es mucho más que el juego. El aspecto psicológico influye, cada vez más. La debacle comenzó en el clásico. De ahí en adelante, todo negativo. Pero antes, River-Boca-Central habían sido presentaciones muy positivas.
Entonces, el efecto Racing pudo haber sido más emocional que futbolístico. De hecho, más allá de las carencia de argumentos futboleros, últimamente llamaba la atención la actitud de los jugadores. Como vencidos.

En Brasil, ante Fortaleza, se pudo revertir ese bajón. El envión positivo que diluye aquel golpazo. Quizás el milagroso gol de Bustos sea el comienzo de la recuperación psicológica necesaria.

Hubo un efecto clásico. Esperemos que haya un efecto Brasil.

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