Columna de Opinion
Inmerso en un agujero negro
Independiente no es más que el Gimnasia de Maradona. Quedó demostrado este sábado en el Libertadores de América. Incluso con el empate estaba más que claro. Es la cruel realidad.
El “Rojo” cayó ante un rival que casi no sabe lo que es ganar, siendo por escandalo uno de los peores equipos de la Superliga. Si no fuera por Huracán y Godoy Cruz que están haciendo todo lo posible para descender en el próximo campeonato, este Independiente se asoma como uno los clubes de peor presente del torneo.
Lo más grave es que nadie observa cuán profundo es el precipicio que viene cayendo el club, en términos generales. Siempre se puede estar peor parece. Muchos hinchas creen que su capacidad de asombro llegó al límite pero fecha tras fecha traspasa ese límite y no deja de sorprenderse. En realidad poco tiene de llamativo perder así. Son partidos que el hincha vivió en reiteradas ocasiones en contextos similares.
Más allá del agónico gol, esta crónica tenía como fin plasmar que la vara de Independiente es Gimnasia, ni siquiera el competitivo Arsenal. El retroceso futbolístico del club fue absoluto. Cayeron decenas de casilleros, generando que la tabla de posiciones sea hasta algo generosa.
No hay reacción. El miedo paraliza. Ni la suerte está de nuestro lado. No hay ningún motivo fáctico para creer en algún tipo de remontada.
Crédito sigue teniendo Pusineri, desde ya. Sin embargo, el contexto es abrumador, desorienta hasta el más optimista. Desde hace tiempo se pidió depuración y llegó de sobremanera. Ahora, muchos observamos que la escasez de jugadores genera un apresuramiento en el proceso madurativo de los juveniles, provocando un potencial “quemo”.
El “Rojo” juega un partido de ajedrez estando siempre en jaque. No sabe cómo salir de la encrucijada, incluso teniendo un fixture que no le fue tampoco tan hostil, salvo el arranque con Boca y River, donde, peculiarmente, se vio lo mejor del equipo, además del raro partido con Rosario Central.
El castillo que se logró construir con la conquista en el Maracaná parece desmoronarse como si hubiera sido hecho con simples naipes. Si alguna vez hubo cimientos, en Independiente todo se ve devastado, como si un tsunami hubiera arrasado con todo. El rompecabezas no solo que no está armado, sino que le faltan piezas, algunas de las cuales no llegaron en este mercado de pases. Resulta gracioso escuchar que Pusineri no pidió refuerzos. Más bien es bizarro y triste porque las mentiras tienen patas cortas.
Independiente afronta un clima insoportable dentro y fuera de la cancha. Recrudece una grieta que tuvo su pico máximo en la última etapa de Cantero. Lo único cierto que sin un rumbo, no habrá salida alguna.
De alguna manera deberá haber unión. Si algo hizo bien Racing es quitarse ese negativismo permanente que siempre lo limitaba. Que lo hacía padecer situaciones insólitas.
Independiente está entrando en un agujero negro en el cual no encuentra ninguna forma de salir. Esa energía negativa debe revertirse. Que no resulte vergonzoso ver el crecimiento de los vecinos. Es un acto de grandeza. Ellos lo entendieron.
Las criticas las conocemos todos. Los responsables están a la vista y enumerarlos sería redundante. Los venimos enunciando cada semana y nada cambia. Es inútil. En el medio de una crisis institucional y deportiva, Independiente tiene que encontrar paz porque el club está por encima de todos. No habrá ningún mercado de pases salvador ni tampoco ningún dirigente externo que sea mago y menos en los próximos meses.
Pusineri deberá descifrar un once que se mantenga lo más estable posible en los próximos compromisos. La dirigencia está obligada a llamar a la oposición. Y el hincha tendrá que entender que el insulto agudizará la situación. Lo dice alguien que cree que el Paladar Negro no se negocia.
Esa calma dependerá quizás de un milagro: lograr dos triunfos al hilo. En duelo de necesitados, el próximo partido por Superliga es Huracán. Será un partido trascendental, podría ser un puntapié clave para intentar salir de este fondo depresivo.
En el marco de esta crisis, Independiente debe recobrar su confianza teniendo como prioridad la Superliga. Debe ser coherente a sus posibilidades reales. Con hacer un poco de memoria, recordaremos que hace diez años se eligió un camino por sobre el otro, provocando un daño irreparable en nuestra historia. Estamos a tiempo de no repetir esos errores. Lo más sano es que Independiente tenga un solo objetivo, recuperarse en el torneo local. Caso contrario, no habrá ninguna Fortaleza por delante.