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Columna de Opinion

Poco cambió en siete meses

Sufrimiento evitable. Independiente, sin ser una maravilla, pudo haberse llevado una victoria más amplia en Avellaneda frente a Atlético Tucumán. Mostró carácter, por momentos se impuso con notoriedad ante su rival pero careció de claridad, tranquilidad y calidad a la hora de definir sus ataques más peligrosos.

Si bien una victoria por la mínima ante el conjunto norteño no era, a priori, un mal resultado, el desarrollo del encuentro hace pensar que el triunfo deja gusto a poco y avizora una vuelta muy hostil.

Se trató de un Atlético con nombres propios fuertes, pero que no tuvo una buena noche en el Libertadores de América y sufrió una expulsión que debió haber marcado un punto de inflexión en el partido. Sin embargo, la visita se agrupó y sacó a relucir su característica personalidad aguerrida para evitar que esa diferencia numérica quede plasmada en la cancha.

Ante esa resistencia, Independiente nuevamente demostró su incapacidad y falta de jerarquía. Salvo Alan Velasco, que otra vez dejó en claro su evolución y potencial, no hubo un jugador que se logre quitar una marca, avance y asista o patee correctamente al arco. Faltó el último pase, un remate certero o un centro efectivo. El Rojo jugó acelerado innecesariamente, creyendo que con velocidad iba a sobreponerse. Volvió a ser predecible y malogró distintos momentos que podía haber resuelto el cotejo.

Jonathán Menéndez se empecinó en ratificar que no está a la altura de Independiente. El equivocado refuerzo de Ariel Holan tuvo esporádicas ocasiones donde desequilibró y, en términos generales, no gravitó. Por eso fue reemplazado. Federico Martínez se mostró voluntarioso pero tampoco tuvo un rendimiento como se esperaba. La contracara fue el juvenil de las inferiores, quien por izquierda mostró su conocida desfachatez y atrevimiento y tomó las riendas del equipo.

Si el conjunto de Lucas Pusineri buscaba hacer la diferencia por las bandas, a esa estrategia le faltaron sociedades. Al menos por izquierda ya que subió pocas veces Lucas Rodríguez, de discreta actuación.  El tándem Bustos – Menéndez falló, aunque el lateral se encuentra en un buen nivel.

Si bien jugó poco, el aporte de Andrés Roa fue nulo. Es una incógnita si este rendimiento es por su estado físico, hablado en la semana, o sí se trata de un nuevo bajón de su performance. Su rol en el equipo es fundamental. Es quien debe nutrir a un aislado Silvio Romero, que no tuvo casi interacción con sus compañeros, más allá de luchar con los defensores contrarios. Independiente debe tener combinaciones más definidas, relevos más continuos y mayor finura para emplear sus oportunidades.

El mediocampo contó con un desempeño intermitente. Lo positivo es que Pablo Hernández logró hacerse cargo de la pelota en varios momentos del partido y pudo distribuir bien la posesión. Su juego fue de mayor a menor. Otro saldo favorable es que Lucas Romero, tras la amarilla, pudo moderarse, llegar a pelotas divididas con anticipación y evitar la expulsión. No obstante, sostengo que esa contención sigue estando vulnerable. O se requiere alguien más de marca en el medio o el DT deberá redefinir su esquema, algo muy difícil que ocurra ya que está decidido a mantener este sistema de juego.

Hubo rendimientos parejos en la defensa, con la presentación destacada de Sebastián Sosa, clave para el cero en el arco. El punto a mejorar son las faltas innecesarias en tres cuartos de cancha, un mal constante en Independiente.

El diagnostico del equipo en la previa era el acertado. El equipo, por el momento, demuestra su escasez de jerarquía, intenta mostrar buenas intenciones pero no lo convierte en acciones. No sorprende esta evaluación, aunque con algo más de inteligencia se ganaba 2 a 0. Parece que el vértigo que se les inculca les nubla los pensamientos. Es preferible ir a 30 kilómetros por hora y analizar la situación, que terminar siendo una fórmula 1 y chocarse en todas las curvas. Más análisis y menos apuro.

Pasaron siete meses del último partido y casi no se registran grandes cambios a los déficits anotados en los últimos compromisos del torneo anterior. Quizás, siendo benévolo, este gol adeudado este jueves se debió a la poca acción tenida durante este tiempo. Es posible, aunque ya es tarde de lamentarse ese asunto. Se desperdiciaron amistosos con bizarros mix cuando el equipo titular necesitaba rodaje. No hay tiempos de lamentos, el próximo jueves Independiente tendrá que luchar más que en la ida y salir, casi obligado, a meter un gol como visitante para evitar un aluvión celeste y blanco.

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