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Columna de Opinion

El aprendizaje de la cuarentena

El “encierro” en los hogares producto de la cuarentena decretada por el presidente Alberto Fernández, sujeto al avance de la pandemia del coronavirus en la región, produce una mezcla de sensaciones en la población. Nerviosismo, aburrimiento, enojo, desazón.  Son algunas de las reacciones lógicas que surgen en los ciudadanos ante una medida inédita en la historia de nuestro país, la cual podría extenderse luego del 31 de marzo.

Esta situación pone a prueba a todos los argentinos en varios aspectos. El punto central es en el cumplimiento de la cuarentena. Luego, le siguen sólo hacer compras en los supermercados, farmacias y establecimientos oficializados por el Boletín Oficial. Solo debe haber personal que se desenvuelve en los servicios esenciales. El resto sólo tiene que concentrarse en quedarse en su casa y en salir sólo en aquellas necesidades básicas que puede resolver, mayormente, en los comercios de proximidad.

El coronavirus, en algún momento, terminará. La cuarentena pasará a ser una anécdota, de aquellas que uno recuerda: “¿Qué hacías cuando se decretó la cuarentena?”.  Sin embargo, para que esta situación sea realidad faltará un tiempo, presumiblemente, largo. La ventaja que tuvo el hemisferio sur es prepararse para los acontecimientos, aunque la contracara será la seguridad de que la pandemia llegará y tendrá un pico entre mediados de abril y mediados de mayo. Ante ese panorama, pensar si vuelve el fútbol resulta absolutamente sin sentido y hasta estúpido, en épocas donde se cuentan con algunas manos la cantidad de respiradores para los eventuales enfermos.

Recapitulando el concepto, el día que el virus deje de prevalecer y la vida tradicional se retome, nos llevaremos un aprendizaje. Valorar nuestras libertades individuales. Disfrutar de nuestra familia, de nuestros amigos, de nuestro trabajo y de nuestros ocios como tomar un café, salir a correr, ir a comer o en nuestro caso más puntual: ir a la cancha a ver a Independiente.

¿Quién no se puso a pensar las ganas que tenemos de volver al Libertadores de América? ¿Acaso somos conscientes que faltarán meses para que podamos regresar?. Todavía es muy reciente la noticia de la suspensión del torneo. No obstante, en las próximas semanas todos terminaremos de entender la magnitud de estos sucesos. Serán meses en los cuales le daremos cada vez más valor a los momentos vividos en Avellaneda y en donde fuimos como visitantes. Ese colectivo. Esa parada técnica en alguna ruta para comer en alguna parrilla. Esa juntada con amigos o la familia en los alrededores de la intersección de Alsina y Bochini, choripán mediante. Ese ingreso al estadio en la previa del encuentro. Ese vértigo característico de cancha durante los partidos importantes. Ese gol que provoca que nos abracemos con nuestros seres queridos o incluso con desconocidos.

Son una sumatoria de vivencias que la cotidianeidad hace que no le demos el significado que merecería tener. En épocas en las cuales debemos estar a 2 metros de distancia, según recomendaciones oficiales, estamos a años luz de ese abrazo con tu viejo o tu hijo en el Libertadores. Es increíble pensar que pasamos en pocas semanas de tener estadios con 50 mil personas concentrados en pocos metros cuadrados a esta coyuntura en la cual es imposible pensar que podamos tomar alguna bebida en algún local de la avenida Pavón, hoy llamada Hipólito Yrigoyen.

Aprendamos a darle la connotación que se merece a todo este conjunto de experiencias. Son únicas y no merecen quedar desapercibidas o desaprovechadas en el afán de querer filmar con tu celular un momento crucial del partido. Tendremos que aprender a valorarlo. Nunca es tarde de poder recibir una enseñanza. Disfrutemos de ese abrazo, de ese festejo e incluso de aquellos llantos, en los buenos y malos momentos. El fútbol es un deporte que se adopta como un estilo de vida, tanto para los jugadores como para los hinchas. Por esa razón, tomemos nota de esta hostil situación que atravesamos. Cuando la pelota vuelva a rodar, será la oportunidad de transformar las palabras en acciones. El pueblo rojo deberá estar más unido que nunca ante este presente triste del club. No habrá ningún dirigente salvador de ninguna agrupación. No hay una receta mágica. La única forma de salir del pozo futbolístico e institucional es tirar todos para el mismo lado.

No quita que este razonamiento no implique hacer críticas. Son necesarias pero siempre desde el afán constructivo, con la idea de que se pueda materializar en una solución. En ese marco, el Libertadores de América tendrá que estallar de hinchas, mostrar su mejor cara para que el equipo pueda capitalizar esa energía positiva. Sin valorar el ritual que significa ir a la cancha, difícilmente podremos ir todos a la par. Volveremos al Libertadores más juntos y felices que nunca. Primero hay que ganar la final que tendremos durante varias semanas,  dando el ejemplo: #YoMeQuedoEnCasa.

@Nicogallaok

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