Columna de Opinion
Ser ejemplo en todo
Hay fechas que para los clubes del fútbol argentino pasan siempre desapercibidas.
Se podrá argumentar la falta de actividad por la cuarentena que estamos afrontando. No comparto. La vida institucional continúa y debe continuar. Hay herramientas para ello.
Argentina tiene dos días importantísimos en esta semana que concluimos en su calendario consagrados a la educación por el respeto, la inclusión y el pluralismo.
Una es el 24 de abril, Día de Acción Por La Tolerancia Entre los Pueblos, ley del Congreso Nacional que recuerda el Genocidio Armenio que brinda homenaje a sus víctimas y mártires. La segunda fue el 19 de abril, llamado Día Del Encuentro en la Diversidad Cultural que fue adoptado por Resolución el Ministerio de Educación en el año 2000, en recuerdo del Levantamiento del Gueto de Varsovia de 1943 y esta vinculado con el Día Americano del Indígena que también se conmemora en este día.
En rigor de verdad a no ser por campañas específicas que en algún momento el Estado o una Organización de la sociedad lo propongan, estas recordaciones como muchas otras que hacen a la construcción diaria de una sociedad respetuosa de sus múltiples colores, “no ocupan lugar en la agenda permanente de los clubes del fútbol argentino“
Bajo la excusa que “es el folcklore del fútbol”, son innumerables los actos de discriminación que observamos cotidianamente en los estadios.
Llegan a formar parte de nuestras costumbres y ponen de manifiesto la peor versión de nosotros. Repetimos hasta el infinito canciones que estigmatizan, denigran y ofenden a adversarios. Las aceptamos con absoluta naturalidad.
Cantos que incluso no están excentos de llamados a la violencia perduran como himnos. Un horror.
Insultos, agravios, ofensas son entonadas en voz alta y con fervor sin reparar que sus mensajes incluso nos alcanza. También nos hieren a nosotros.
Dónde y con quiénes nos identifiquemos, ya sea como masa de socios, como grupo de hinchas, como equipo de dirigentes y/o como tándem de jugadores no hay posibilidad alguna que no convivamos e interactuemos compartiendo intereses comunes con todo tipo de personas: extranjeros, de todas las religiones y credos, de diferentes identidades sexuales, de todo tipo de color de piel, cabello, idiomas culturas y herencias, con diferentes profesiones y ocupaciones y también por supuesto personas con discapacidad.
Y si miramos hacia adentro, en nuestras propias familias también veremos y reconoceremos esta diversidad sin duda alguna.
Si entendemos esto, si somos capaces de vernos en esos grupos que “en verdad integramos”, jamás podemos hacernos eco de esos cánticos, y mucho menos con la excusa del “Folklore y la tradición futbolera”
Y si esto es así. ¿Entonce por qué cambiamos y olvidamos nuestros principios y valores al estar en la cancha?
Dicho esto, entonces corresponde interpelar a la dirigencia.
Tenemos una oportunidad de combatir los prejuicios y prácticas discriminatorias que nos separan, y de celebrar y reconocer las diferencias que nos unen. De iniciar un cambio cultural que nos haga mejores.
Obviamente que es un proceso pero que un día alguien deberá comenzar.
Hay un ley antidisicriminatoria y hay muchísimas recomendaciones y normativas legales y educativas que nos ayudan.
En el año 2000, a raíz de un episodio grave de antisemitismo en un partido disputado entre Atlanta y Defensores de Belgrano, siendo yo Director Ejecutivo de la DAIA, por pedido de ésta y gracias al compromiso de Julio Grondona y del entonces Director de la Escuela de Arbitros, Miguel Scime, se incorporó al reglamento la obligación y potestad del árbitro para suspender un encuentro ante actos de discriminación. Sabemos que educamos también con el ejemplo.
Me encantaria ver algun día un Independiente que sea modelo también en esto.
Me gustaría verlo calmo desde su discurso, ordenado, proyectado y proactivo. Marcando rumbo como institución.
Me gustaría verlo con compromisos éticos públicos que marquen caminos, que alienten un verdadero cambio cultural.
Los clubes fútbol son una gran vidriera donde la sociedad se muestra y es también donde mira para buscar identificaciones. INDEPENDIENTE es un gran vidriera a cuidar y potenciar. Y es mucho más que fútbol. Lo trasciende.
Tenemos un gran desafío.
La Pandemia y el encierro o nos volverá más solidarios o como muchos alertan veremos una sociedad donde imperara el sálvese quien pueda.
Una vez más, la dirigencia del fútbol tendrá una gran responsabilidad en como será esa reconstrucción. Fúere quien fuere en el momento que corresponda.
Pero que lindo sería ver que un día nos llamen el Rey de Copas porque el mundo nos reconoce también como institucion ejemplo en el respeto por la diversidad.
No olvidemos, a lo largo de nuestra historia dirigentes, jugadores, técnicos y socios inmigrantes y/o descendientes de ellos de todos los países escribieron nuestras páginas de gloria.
Se trata solo de mirar quienes somos.
Tanto y tan solo eso.