Columna de Opinion
Tomar partido
Habrá elecciones en el Rojo. Apretado, fruncido, cagado, colgado de los palos, en colectivo dirigidos a la inminencia de los acontecimientos estamos entregados los hinchas, simpatizantes y socios del Club Atlético Independiente. Se dice que seis millones seiscientos sesenta mil somos, con un grado de imprecisión más/menos 666 votos, digo hinchas.
El virus esta vez indicaba que debíamos esperar hasta la medianoche del 10 de agosto, para que el carruaje Rojo se convierta en una elección consumada. Resta la fumata blanca de las respectivas listas, para definir sus próximos candidatos a conformar la Comisión Directiva desde el 3 de Octubre, creo que de este año. Al 12 de septiembre, a más tardar, tiene que estar cocinado eso.
Un mes más de tejes, manejes, dimes, diretes, roscas de pascuas anticipadas, y consumación de los benditos acontecimientos. El Oktubre Rojo viene avanzando. Nos fuimos en Caravana y copamo’ iguaaal. Ya vaaas a ver.
El Rojo debe volver a ganar en la cancha. Eso ya queda en manos del Emperador, y entregados estamos a los conductores de egolatrías en Ferrari, que aunque rojo fuego como nuestro corazón independentista, nada próximo a la creencia previa de superioridad. Los partidos se ganan en la cancha. Ya sea los próximos cotejos contra Lanús, Huracán, Godoy Cruz y el trascendental choque de Copa Argentina contra Vélez. O el lejano y furioso 2 de Octubre del corriente. Un diálogo es seguirse la corriente. Los participantes activos en la política del Club deben consumar el acto. Eleccionario. Pongámonos a elegir.
¿Qué quiere el Socio? Es una pregunta que se responde cada cual que tiene ese carnet rectangular que le permite acceso y uso de sus instalaciones. El que paga la cuota mensual, y sostiene al Club. Sí, no jodamos más, no es el representante, ni dirigente, ni el jugador más pija el que sostiene a la Institución. Somos los Socios que bancamos la parada en las buenas y en las malas. Y no como expresión demagógica, sino como aporte genuino y real, monetario o productivo o ambos, a la causa roja. Que se alinea y concreta en un principio de acuerdo: vos pagás la cuota y nosotros te damos alegrías.
Que sería, de máxima, logros, títulos, aumentar la Gloria que ya vasta y conocida es. Todo respecto a fútbol. Pero también el Socio desea -me animo a arriesgar- una recuperación del Club en sus manos. Conocimiento del estado y situación de su gestión, simpleza de acceso al uso de sus servicios, disciplinas deportivas que formen, como siempre fue, personas abocadas a poner al Club siempre arriba.
Las palabras sobran. Ya sabemos que otros se apropiarán de las que prendan en el virus Rojo. Como aquel mingo que le declaró su último amor al Club diciendo que nada lo cambiaría, y la última bomba explota en casa del que adolece de información y escasea en su tejido de red política. Este andamiaje no reconoce de pasiones desmedidas, sino que se erige en un principio de autoridad tácitamente declarada por el señor del Poder Real. Supongámoslo con una Gran Corona y un mirar demoníaco. Un proceso de elaboración lento, siempre al fuego, y amasando la ocasión. Descarnado y vil, en pos de sus objetivos. Siempre Independiente adelante. Bombita digestiva, salto al ruedo, y a disfrutar. Que la carne roja vitaliza, se viraliza, y andá a cagar.
Sí, ya sé, la ocurrencia o gestito de idea ante acontecimientos tan preocupantes para nuestro Club no son para la gracia ni la poesía barata. Pero así debería tomarse, porque los zapatos de goma de muchos de los que nos representan dentro del rectángulo verde son un tanto esquivos al acto más noble que tiene este virulento negocio llamado Fútbol. Empujar la pelotita entre compañeros, para que eso entusiasme a la turba, y sintamos que todos juntos pateamos ese esférico balón a la red. Podrían hacer lo posible por ensayar diariamente sistemas, tácticas o estrategias para lograrlo, capacitarse y entrenarse, y obtener así un grado de probabilidad más sólido hacia la meta. ¿Dale que sí? Y dale, Rojo dale…
Toca tomar partido, señores. Dignos socios del Club, escuchen esta proclama noticiosa, este alegato a la posteridad del virus Rojo: vayan a votar. Sepan o no qué conviene, voten. Somos casi cien mil, habilitados y activos la mitad, y acudientes concretos el treinta por ciento, con toda la furia roja de una democrática y gloriosa jornada de votación. Vayan a votar.
Las noticias del virus Rojo llegarán. El Señor Independiente llevará su decisión al Comité de Campaña. Este lo elevará a Comisión y se constituirá la cepa viral, que bajará como reguero de pólvora a través de los bufones partidarios de opinión, que lo harán vox populi en un santiamén.
Hay que alentar a Independiente. Porque yo al Rojo lo quiero. ¿Y quién sabe dónde puede parar? Siempre que llovió paró, no hay pozo sin fin y en algún momento tocará levantar cabeza, mirar al frente y patear. Tomar partido. Decidirse a ir para adelante, asumir la benemérita distinción de vestir la camiseta de esta gloriosa Institución, y arremeter con el poder real de gambetear, patear, cabecear, tramar, gestar una patriótica jugada que nos permita celebrar. A eso vamos. A eso vinimos. De la cabeza, sí. Tomando vino. Sobran las Copas, los huevos, la gente, la Gloria.
Abran paso, señores, que debe volver a llegar Independiente a un estadio y que se queden todos callados al pitar el final de partido el árbitro. Porque ha ganado el Rey.
De tomar partido se trata. Y jugar para ganar también. Salud y larga vida al Rey.
Por Maximiliano Galin ✍