Columna de Opinion
Triunfo que entierra relatos y millones
Independiente y Central Córdoba estaban destinados a empatar sin goles en Avellaneda, en otra opaca presentación del equipo de Avellaneda. Sin embargo, el colombiano frotó la lámpara y logró un gol de otro partido. De allí en más el encuentro fue otro: el local encontró los espacios y la paz que requería y terminó ganando de una manera holgada. Bastante extraño como necesario.
Aclarado este contexto que analiza el autor, esta victoria va en sintonía con lo imperioso que resultaba ganar este domingo. No importaban las formas. Independiente debía volver a ganar y alejar a los fantasmas que merodeaban el Libertadores de América.
Objetivo cumplido. Una victoria que no otorga reales mejoras en la tabla de posiciones, pero sí en cuestiones intangibles. Brinda luz entre tanta oscuridad que hay por estas semanas tras el clásico. Da lugar a la calma en reemplazo de la tensión permanente. Y en especial es un triunfo que debe convencer al propio Lucas Pusineri de sus ideas, entre tantas dudas lógicas por los constantes cachetazos.
El entrenador del “Rojo” tiene que fortalecer un esquema, una táctica y un once lo más establecido posible. Y parece que este domingo empezó a encontrarlo. En primer lugar, debe quedar ratificada la línea de 4 en defensa con Bustos, Franco, Gastón Silva (de central) y Sánchez Miño.
En segundo orden, debe atender la principal fragilidad que tiene el equipo que es el mediocampo. Independientemente a la vulnerabilidad del rival, es una muestra potable para que el DT comprenda que Domingo Blanco y Lucas Romero al menos tienen que estar en el banco de suplentes. Mismo entendimiento con Gastón Togni y Leandro Fernández.
El “Vamos los pibes” es un cántico bastante hipócrita porque rápidamente se cambia por insultos por el resultado. Sin embargo, la realidad marca que menos es más. Y entiéndase menos a “menor jerarquía” de las individualidades. Pusineri debe apostar en una mitad de cancha que tenga equilibrio en la marca con Gonzaléz y Mercado y verticalidad con Soñora y Roa, o en su defecto Velasco. Es posible que no haya beneficios inmediatos.
No obstante, hay mostrados ejemplos que los “conocidos” defraudaron una y otra vez. También está claro que más opciones no existen. La confianza es una materia prima que escasea. Debe recuperarse mediante la continuidad de una idea que empezó a verse con Boca y River y que luego se esfumó por la pesada herencia.
Ganar confianza dará mayor firmeza a una intención que seguirá siendo frágil hasta que tome forma. Se vendrán más partidos en los cuales Independiente será una sumatoria de buenas voluntades. Es preferible eso a la apatía de muchos muchachos que este domingo no concentraron pero que ya hace unos pocos días cobraron muchos billetes en moneda extranjera en épocas de cepo.
Repito, es clave que la Copa de la Superliga comience con victoria. En busca de la ansiada prosperidad y la calma, Pusineri tiene algunas bases para comenzar a creer. Hay que dejar relegados a quienes nos vendieron como los jugadores de moda, del buen fútbol. Nos vendieron una yegua en vez de un caballo de carrera. Tal es el caso de Cecilio Domínguez o el de Lucas Romero, uno de los responsables del descenso de Cruzeiro.
Tácitamente la escoba de Pusineri es una realidad. No será masiva ni inmediata. Pero, a medida que encuentre un rumbo, el técnico del Rojo difícilmente “le tiemble el pulso”, tal como lo anticipó cuando desembarco en esta nave a la deriva.