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Columna de Opinion

Un equipo emocionante

Soy de la teoría que Independiente es el club por excelencia del fútbol argentino que representa el “paladar negro”. No porque hoy lo practique, al contrario. En los últimos tiempos, sólo en la era Holan se acercó a su historia.

Pero me cuesta no entender a Independiente sin jugar un fútbol de alto nivel. Supo tener en su historia jugadores de “de pierna fuerte y templada” como Rubén Marino Navarro, Tomas Rolan, Ricardo Elbio Pavoni o Enzo Trossero, por citar los casos más potentes. Pero el Rojo es otra cosa. Lo confirman los grandes equipos que vi desde que tengo uso de razón. Y hablo de 1990 a la fecha. Perdón, Bocha, en esta no vas a entrar.

Y un equipo que me emocionó fue el Independiente de Miguel Brindisi. Eran momentos en los que crecía yendo a la cancha, escuchando las tiras deportivas, leyendo los diarios, devorando Fútbol de Primera los domingos por la noche y recibiendo El Gráfico todos los martes. Inolvidable. Como aquel Rojo de Miguelito.

Era un equipo de galera y bastón. Enorme campeón del Clausura 1994 en aquella “final” ante Huracán. Me sale de memoria la formación. Recuerdo golazos, partidos, llamativamente tengo mejor memoria para aquellas jornadas que para un partido de hace una semana.

Además contaba con uno de mis jugadores preferidos de la época, el Dani Garnero. Que crack. Fino, elegante, con la cancha en la cabeza.

También me fascinaba Luis Islas. Luis Alberto Islas, como lo decía Marcelo Araujo en los relatos. Que arquero… Además le sumaba la ropa, los buzos, con hombreras y protección para los codos.

Y en el podio de preferidos estaba Perico Pérez. Las medias bien altas, la presencia como volante central, la pegada excelsa. Otro fenómeno.

Jamás olvidaré la jornada del 9 de noviembre de 1994. Tenía apenas 12 años. Iba a séptimo grado por la mañana y a la tarde jugaba al fútbol en el Club Unión de Munro. La final de la Supercopa era ante Boca. Como el partido iba en diferido por la tele lo escuchamos por la radio. Una familia muy reconocida del club, los Manieri, eran (son) enfermos de Independiente. Ellos estaban en la cancha.

En la previa recuerdo el asesinato de un hincha, Osvaldo Bertolo, asesinado cruelmente por seis barras de Boca cuando estaba camino a la Doble Visera. No me olvido más del relato de los periodistas dando la noticia.

Por radio había que imaginarse el partido. Y el partido era parejo. El Boca de Menotti jugaba bien, pero no ajustaba bien el famoso achique “made in Flaco”. Y aprovechó el Rojo. Pelotazo de Gustavo López, corrida de Rambert, tiro por encima de Navarro Montoya. Avioncito. Gol. Otra Copa para el Rey. Una que faltaba, la Supercopa. Después hubo doblete y la primera vuelta en el Maracaná, ya con el Zurdo López. Pero ese equipo, el de Miguelito, emocionaba.

@BuonsanteLean

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